¿Qué hace una institución orientada por el discurso analítico en contraposición al discurso del amo que pide socializar a los pacientes, que se inserten en un medio que les resulta hostil, que establezcan lazos? De qué manera abordar las demandas sociales actuales del discurso del amo?
Eric Laurent en su texto:"Institución del fantasma, fantasma de la institución" nos dice:"....el psicoanálisis es el que tiene la función política de recordar que lo universal no resolverá nunca las cuestiones que el goce, en su particularidad más abominable está ahí como protesta contra el Ideal, que cuanto más se quieran los Ideales, más mal se fabricará...." [1]
Se trata de quedar dentro de la "ciudad" pero con un uso distinto, un envés.
F. es un niño de 10 años, judicializado, a partir de haber puesto una trincheta en el cuello de un compañerito de clases, además de haber sido denunciado por sus propios padres de robar celulares y dinero con la finalidad de comprar drogas. Recurren a la institución como última posibilidad, ya que ha sido echado de todas o ha dejado de concurrir porque se aburre. Deambula por toda la institución. No hace lugar a los otros niños ni a los pasantes. A veces se esconde, prefiere espacios donde no hay nadie. Un día sube a la terraza de la institución, sacando su cuerpo por la baranda; no baja bajo ningún concepto. La intervención en ese momento es el de utilizar la palabra "riesgo": él se pone en riesgo de la misma manera que pone a otros en riesgo. Esa palabra le llama la atención y pregunta que qué quiere decir "riesgo"(…) Su historial es claro , ha sido echado de todas las instituciones de esta ciudad y de otras.
¿Qué hacer con este niño que busca radicalmente cortar todo lazo con el Otro?
En el caso ser ha evitado todo forzamiento de inserción, escuchando lo que hemos llamado su "deseo" de des-insertarse. Nos hemos permitido usar "deseo" con cierta licencia de nuestra parte, para indicar que desde el niño no hay nada que diga de querer hacer algo con algún otro. Por el contrario, buscaba aislarse, deambular, haciendo un particular uso de la ironía en sus respuestas.
A comienzos de este año se lo escolariza, porque así la ley lo exige. Se elige una escuela con adaptación curricular a la que asista con un acompañante que evite, paradojalmente , no tanto lo que F. pueda hacer sino lo que los otros niños puedan hacer contra él al agredirlo por ser "raro".
Sin embargo la escuela se tornará para F. en el Otro social que lo quiere adaptado, funcionalmente igual a los otros compañeros. Se le comienza a exigir que cumpla con los "contenidos" Está al borde de ser echado.
Finalmente en tal estado arriba a la Institución Psicoanalítica mencionada. Es el último sitio para F. de encontrarse con algo que dice ‘no’ a su posición fantasmática, de usar el transgredir para ser echado… La madre lo admite en una última entrevista: "al final sólo Uds. lo quieren."
En el tiempo que lleva, varios meses, F. no ha robado ni agredido a nadie. Cuando quiere algo lo solicita y se le permite que se lo lleve.
En definitiva nos vimos confrontados al Otro social que quiere que el niño se adapte, no tanto a las normas sino a esa incisiva reiteración de cumplir con los objetivos.
El resultado es que el niño no forzado a ello, habla, dibuja y escribe, cosa a la que antes se negaba. Se dirige a sus compañeros de taller, trabaja por momentos junto con otros y luego, cuando quiere estar solo, se dirige al baño o al patio. Esa tensión que hemos permitido entre el "juntos" y el "solo", va haciendo que, suavemente, F. continúe. Ese es el punto del envés que sostenemos desde nuestra práctica. |